PISCICULTURA
Los PECES son afectados por
conductas anormales, heridas, deformidades, enfermedades y elevados índices de
mortalidad. Hacinados en las jaulas de mar, los peces suelen nadar forzadamente
en círculos constantemente, de manera que sus aletas y colas se gastan,
deforman y dañan frotando contra los laterales de las jaulas o contra los otros
peces, a veces partiéndose por la mitad. Son frecuentes por eso las
deformidades, como las jorobas del salmón noruego que presentan la espalda
curvada. En días bochornosos, se les puede observar jadeando para respirar.
Diversos de los procesos
habituales en estas instalaciones, implican un manejo muy estresante para los
animales y les acarrean problemas de
bienestar:
La extracción de los huevos de
las hembras y la recolecta de esperma de los machos. Los juveniles se producen
de huevos extraídos de las hembras manualmente y fertilizados artificialmente.
La separación de los ejemplares
por tamaño para evitar que los más grandes ataquen o devoren a los más
pequeños, especialmente en especies carnívoras. El método consiste en bombear a
los animales entre tanques o capturarlos con redes y filtrarlos a través de
unas rejas entre las que caen dependiendo del tamaño. Esto se hace 2 o 3 veces
por ciclo.
El transporte. Los animales
pueden ser transportados diversas ocasiones; a las jaulas en el mar desde los
tanques de agua dulce, o en el momento del sacrificio. Se transportan a las
jaulas en camiones, helicópteros o barcos; estos movimientos pueden ser
aterradores para los animales. Cuando las jaulas situadas a gran profundidad
son izadas a la superficie provocan a los animales dificultades de adaptación
al brusco cambio de presión, resultando en animales extremadamente exhaustos y
nerviosos.
El sacrificio. Antes de éste, se
priva a los peces de comida durante una o más semanas (cuando hasta entonces
han estado acostumbrados a comer con frecuencia y abundancia) para vaciar sus
tripas y minimizar el riesgo de que la carne se contamine cuando se limpian.
Los métodos de sacrificio más frecuentes son la asfixia en aire o hielo,
provocando un sufrimiento atroz a los animales. El efecto refrigerante del
hielo alarga el tiempo que tarda un pez en perder la conciencia, por lo que
pueden sufrir durante unos 15 minutos después de ser sacados del agua. Antes de
cortarles las agallas para que se desangren, le les puede aturdir en un baño de
agua saturada con dióxido de carbono (en
el que tardan 30 segundos para paralizarse pero entre 4 y 9 minutos en perder
la conciencia) o darles una descarga en
la cabeza.
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